martes, 13 de abril de 2010

Urgente!

Mientras leía, una excitación casi instantánea le recorrió todo el cuerpo. No había que explicar nada, él sabía perfectamente que un mensaje de ella con la palabra URGENTE, no era más que el inicio de una noche totalmente ardiente. Así lo habían acordado mucho tiempo atras, siendo los mejores amigos, a Sandra se le ocurrió que no habría problema en desquitar todas sus ganas de mujer con la persona que más confianza le daba.

Apenas dieron las 8 de la noche, Donato alistó sus cosas y salió enseguida de su trabajo; había pasado las últimas horas pensando en ella, en su cuerpo, sus caricias, cada uno de esos detalles que le fascinaban cuando estaba a su lado. La casa de Sandra no estaba muy lejos de su trabajo, así es que pronto llegó.

Antes de bajar de su auto se alistó. Se acomodó un poco el cabello, se vació el perfume encima, intentó desarrugarse un poco la camisa con las manos y comió un par de mentas. Se apresuró a bajar y un poco nervioso tocó la puerta.

La puerta se abrió y tras ella se encontraba una mujer. Aquella que le había abierto la puerta a Donato no era la Sandra que conocía. Era una mujer borracha, escandalosa, malvestida, vulgar... En cuanto la miró, Sandra se sonrió con el y le ofreció su copa.

-Adelante guapo, te estaba esperando... Te tardaste eh!

Sin esperar a que le pudiera responder algo, Sandra se acercó a él y comenzó a besarlo, cómo haciendole el amor yá, tan solo con los labios y su lengua. Sin dejar reaccionar a Donato, empezó a desvestirlo, mientras él empezó a recorrerla con las manos, besándole todo el cuerpo de principio a fin. Él sabía bien cuál era su misión ahí: tan solo dar placer.

Enseguida en un movimiento se cargó a Sandra y avanzó hasta la recamara con ella encima besandolo, conocía bien el camino. Ya semivestidos cayeron en la cama para empezar a amarse. Justo en eso estaban cuando al tocar su rostro, Donato se dió cuenta que una lágrima rodaba por la mejilla de Sandra.

-¿Que te pasa, por que lloras?- Preguntó Donato incorporandose de inmediato.Sandra tirada en la cama llorando un poco más respondió su pregunta:

-Descubrí a mi novio con otra... No le importó, y se fué con ella.

-Disculpame, no lo sabía... ¡¿Por que no me dijiste nada cuando llegué?!

-Por que hoy solo quiero disfrutar... olvidarme de ese idiota, y que me hagas gritar de placer...

-Sandra, creo que es mejor que hablemos...

-No.. no quiero- decía mientras se le iba encima de nuevo besandolo frenéticamente.

Donato intentó detenerla, pero los besos, las caricias, los estrujos de Sandra fueron más alla de su poca voluntad por detenerse, rendido, tomó a Sandra entre sus brazos, la besó, ahora más tiernamente, recorrió con sus manos cada rincón de su cuerpo, y mientras le hacía el amor le dijo muy quedo al oído algo que nunca le había pronunciado: -"Te amo"- .

Sandra no hizo mucho caso, pues entre su dolor y su borrachera apenas podía hilar las ideas, así es que siguieron "fornicando" -cómo burlonamente decía Sandra-.

Cuando el cansancio le ganó a la pasión, Sandrá cayó completamente dormida. Donato la observó, dulcemente la arropó, y casi en silencio, a su lado, le recitó: -Mi Sandra, no te das cuenta que ningún hombre sería capáz de amarte más que yo; que yo te ofrezco más que sexo, más que una simple noche... -mientras derramaba una imperceptible lágrima, continuó- si tú tan sólo me vieras... como algo más que un amigo, cómo algo más que un simple hombre... Si te dieras cuenta de todo el amor que guarda mi corazón para ti, quizá me amarias tanto como yo a ti... Mi niña, mi amor... Para tí es urgente tener mi cuerpo... Para mí es urgente, obtener tu corazón...

martes, 6 de abril de 2010

La mulata de Córdoba

Allá en aquellos tiempos en que mi Córdoba, aún era una pequeña Villa, cuentan que vivía una hermosa mujer mulata, de gran porte y altivez, de rasgos gitanos y ojos hechiceros, que seducía y enloquecía a los hombres en su andar.

Su nombre era conocido en la región, por ser ella quien, ayudada tan solo por hierbas y algunos brebajes, era capaz de curar enfermos y resolver problemas de amores, a veces lograba predecir eclipses y tormentas.

En ese tiempo en el que pocas cosas tenían una explicación lógica, las malas lenguas empezaron a rumorar que tanto poder y tan exquisita belleza, sólo se podría atribuir a un pacto con el diablo. Y así muchos llegaron a afirmar que de su casa, por las noches, se podían escuchar lamentos y a veces hasta algunas llamas salian por las ventanas, tambien aseguraban que la habían visto volar por las noches cual bruja en su escoba.

Tan grandes y escandalosos comentarios llegaron hasta los oídos del Tribunal de la Santa Inquisición, quien acusandola de Bruja y Hechicera la mandaron encerrar en el Fuerte de San Juan de Ulúa. La mulata que aunque humilde nunca perdía su fina elegancia, no puso ninguna resistencia y serenamente acepto ser llevada hasta aquella terrible prisión, limitada tan solo por el mar de las costas de Veracruz, creada para los más malvados criminales.

Encerrada entre las paredes del calabozo, la hermosa mulata solo podía hablar de vez en vez con su carcelero, de quien poco a poco fue ganando su confianza. Sin perder la serenidad de la hermosa mujer, los días fueron pasando, no muchos de ellos habían transcurrido, cuando a la bella fémina se le ocurrió pedirle, como un favor muy especial a su carcelero, que le consiguiera un trozo de carbón o algo para poder trazar.

Sin entender bien el por qué, pero sin querer ser descortés con tan atractiva dama, el carcelero cumplió su capricho llevandole hasta el calabozo un gran trozo de carbón. Enseguida la Mulata de Córdoba comenzó con destreza a dibujar un gran velero sobre la pared sombría. La nave se iba viendo cada vez más real, cómo con las velas abiertas por el aire... cómo meciendose en las olas del mar. Al ver tan magna obra, el guardían quedó admirado boquiabierta viendo el dibujo terminado. En ese instante, la mujer lo miró y le preguntó: -Digame usted... ¿¡Que le hace falta a está nave?!- A lo que el hombre aquel, le respondió: -Esta nave es tan perfecta, que sólo le haría falta navegar...- Y en ese instante, con el mistisismo que envolvía a la bella mujer, ésta dío un salto y con una sonrisa en la boca, se instaló en la barca; y ante los ojos de aquel carcelero, el barco con ella encima se fué navegando perdiendose en el horizonte...

Los que lo vieron, cuentan que al día siguiente solo encontraron a aquel carcelero aferrado a los barrotes con la razón completamente perdida. Y a la hermosa mulata de Córdoba, nunca más se le volvió a ver.

Leyenda Urbana de Córdoba, Veracruz, México

domingo, 14 de marzo de 2010

Un sueño

En realidad no era guapo, pero a sus 19 años Noel contaba con todos los requisitos que una soñadora quinceañera buscaba en cualquier hombre: Apuesto, seguro de sí mismo, bien vestido, fisicamente atractivo, caballeroso, con ese olor a jaboncito que enamoraba, como decía Danaé.

Cuando ella lo conoció no tenía duda alguna que era el principe azul que siempre había esperado. Se conocieron en la preparatoria, Danaé acababa de entrar a la Escuela, y Noel, como buen cazador ya en el último grado, de entre todas las chicas nuevas, el destino lo cruzó con Danaé.

Ella estaba interesada en un chico del salón de Noel, y él interesado en una chica del salón de ella. Hicieron un trato para pasarse información de sus respectivos compañeros de clases a interes de ellos mismos. Y allí empezó todo.

Casi siempre estaban juntos, hablando de sus "amores imposibles", se volvieron buenos amigos, compartían el desayuno, y él cómo todo caballero siempre la trataba con mucho cariño y ternura. Era común verlos juntos, así es que todos sus amigos empezaron a rumorar que había entre ellos algo más que una simple amistad. Y cuando les preguntaban, ellos aceptaban, se abrazaban y reían, así poco a poco crearon una relación ficticia.

Él por ser del último grado era conocido en toda la escuela, y ella se hizo conocer por su desempeño escolar. A Danaé sus amigas le advirtieron que él era un mujeriego, y que no era un chico de fiar. Pero ella decía que solo eran amigos, que todo era una treta y nada más.

Noel, siempre andaba acompañado de sus amigos, y Danaé... sola. Ella era humilde, vestía siempre sencilla, y al natural, no se maquillaba y siempre usaba su cola de caballo relamida con todo su cabello lacio, faltaban sólo algunos meses para que cumpliera sus quince años. Solo una vez había tenido novio, y fue un amor de verano que no duró más de un mes, de esos amores a escondidas e inocentes. Obviamente Noel le parecía todo un hombre en la extensión de la palabra, con quien se sentia protegida y querida. Y aunque Noel tenía un cariño especial por ella, no se le olvidaba esa atracción que sentía por su amiga.

Cierto día se celebró una fiesta a la que los dos fueron invitados. Ese mismo dìa Danaé decidió transformarse, de una niña, a convertirse en una mujer sensual y muy guapa; se hizo un nuevo corte de cabello, se compró ropa un tanto sensual y provocativa, se maquilló y con tacones y bolsa en mano, se encaminó a la fiesta... Cuando la mirada de Noel descubrió a aquella Danaé convertida en toda una señorita, toda su visión sobre ella cambió, su cara de asombro no se podía ocultar; al verla enseguida se encaminó ante ella, y con una sonrisa mutua se saludaron.

-¡Estás hermosa...!- Fué lo único que atinó a decír Noel, y Danaé solo le contestó con una sonrisa.

-¡Creo que me acabo de enamorar!- Sonrió coquetamente él.

-¿Enamorar?... ¿pues que no estás enamorado ya, de mi compañera de salón?- Preguntó pícaramente Danaé.

-No... Ya no...

Esa noche se la pasaron platicando de una y mil tonterias... de esas cosas que se platican los enamorados, y que sirven para tener una sonrisa en la boca todo el tiempo.

Justo cuando Danaé se despedía, Noel la acompañó a la salida y tomandole la mano, le confesó:

-Danaé, ¡me encantas! Creo que en todo este tiempo a tu lado, queriendo luchar por alguien que está muy lejos de mí, me he ido enamorando de ti; y sé que soy correspondido... ¡¡¿verdad?!!... ¿Quiero saber sí... aceptarías ser mi novia?...

Danaé no supo que decir, en efecto, ella ya estaba también completamente enamorada de él, pero también sabía que él era todo un Don Juan, y ella sólo una pobre niña inocente a su lado. Así es que soltandole la mano, y siguiendo su camino solo alcanzó a decirle...

-¡Estas loco!-

Los días pasaron y Noel continuó insistiendo en aquella relación. A Danaé le encantaba la idea, pero seguía teniendo cierta desconfianza, sabía que el tiempo aclararía todas sus dudas. Pero de algo estaba segura: Él era el principe azul que había esperado. Cada día que pasaba a su lado vivía los momento más hermosos de su vida. Algunas veces, él la abrazaba en frente de los demás y a cada persona que pasaba le decía: -"Ella es mi novia, verdad que esta hermosa...???". Una vez, cuando Danaé estaba en examenes, el se subió al segundo piso, hasta llegar a la ventana donde estaba ella, y le ayudó a responder su exámen, mientras sus amigos entretenían al profesor. Otra vez, él junto con sus amigos, se pusieron a cantarle "serenata", justo cuando ella estaba a media clase exponiendo un tema, cosa que él poco le importó y junto con sus amigos, gritaban a todo pulmón: "Lloré, y lloré y jure que no iba a perderte, trate y trate de enterrar este amor, tantas veces... y mis lágrimas fueron en vano, al final yo te amé demasiado, como yo... como yo, nadie te ha amado..."

Aunque Noel seguía insistiendo, ella tenía dudas, y tomaba sus incinuaciones como un juego de él. Pués a pesar de todo, él seguía mostrando cierto interes por su compañera de clase frente a ella, y aunque él le mostraba amor a todas luces, los rumores de que a él solo le gustaba jugar con las chicas, no se le borraba de la cabeza.

Un día, mientras Danaé se encontraba en una tardeada, se aparecieron Noel y sus amigos. Cuando él se acerco a saludarla, Danaé inmediatamente se dió cuenta de que estaba un poco tomado...

-Hueles a alcohol ¿Que tomaste?

-Pues sí, tuve que tomarme unas copas, por que tú no me pelas!

-Ay por favor! No digas tonterias.

-No son tonterias, ya me canse de que ignores mis sentimientos.

-Te he dicho bien que eres correspondido, pues yo de igual manera te quiero mucho, pero por ahora creo que debemos conocernos un poco más.

-Pues yo ya estoy cansado de conocernos...

-De que otra manera quieres que te demuestre lo mucho que te amo ¡¿que mas quieres que haga?!

- No tiene que demostrarlo se que me quieres... y yo, te amo!

-Entonces... Quiero que seas mi novia... te amo, y no puedo esperar más.

Y asi sin más, empezó a besarla; y aunque Danaé al principio puso resistencia, poco a poco, cedió. Y entre besos y caricias, él le dijo que había tenido que tomarse unas copas, para tener el valor de hacer lo que acababa de hacer, que tenía miedo a su rechazo pero no soportaba más vivir sin sus besos, sin su calor. Danaé le confesó todos sus sentimientos, y se juraron amor eterno.

Sin darse cuenta, estaban en un lugar solitario, en donde solo existían su amor, y ellos. Después de tanto esperar, Danaé no tenía dudas que él era el hombre correcto. Había pasado casi un año, después de aquella primera confesión de amor de Noel, y ahora estaban ahí amandose sin condición. Se besaron, se tocaron, se amaron una y otra vez, prometiendose un amor infinito, que jamás tendría final.

...

Al día siguiente Danaé emocionada fué a buscar a su novio, su nuevo novio hasta su salón. Sus amigos le dijeron que no había ido a clases, intento llamarle a su celular, pero nadie contestó. Un poco desconcertada, Danaé decidió esperar al día siguiente para saber algo de su amor, pero llegó el siguiente día, y la misma historia se volvió a repetir... Una semana pasó sin saber de Noel.

El lunes siguiente mientras caminaba por el pasillo de la escuela, vió a lo lejos que Noel se despedía de sus amigos y se dirigía hacia el porton trasero de la escuela. Sin importarle nada, Danaé corrió con toda la fuerza que sus piernas le permitían, y gritó... una, dos... tres veces su nombre, pero él no volteó. Cuando llegó hasta donde se encontraban sus amigos, ellos la detuvieron...

-Tranquila mujer... es mejor que no insistas.

Si entender nada, Danaé pregunto:

-Pero, ¿Que pasa? ¿que les dijo?¿por que no había venido?

De entre el grupo de amigos, había un chico -Alejandro- quien tenía mejor amistad con Danaé, y él fué quien se atrevió a decirle:

-linda... esto no nos corresponde a nosotros decirlo, pero por mi parte, creo que debes saberlo... Noel no quiere nada contigo, sólo era un juego; y el juego terminó.

Los ojos se le empañaron de lágrimas a Danaé quien no daba credito a lo que estaba oyendo.

-Así es Noel... Tu fuiste un reto muy grande para él, pero tarde o temprano tenías que caer, y lo hiciste, ahora no esperes nada más de él. Él ha venido todos los días a la escuela, solo que no quiere hablar contigo... ni hablará.

Soltandose de Alejandro quien la sujetaba del brazo, Danaé hechó a correr en busca de Noel, buscando una explicación justa... y la encontró.

-Noel!

Aunque quizó disimular, ya era muy tarde para escabullirse de nuevo de Danaé, así es que volteó y la enfrentó.

-¡¿Que quieres?¡

-¿Que pasa? ¿por que no habías venido?- Preguntó Danaé queriendo olvidar lo antes mencionado por sus amigos.

-Es que tenía cosas que hacer, ¿Algo mas?... Estoy algo retrasado, tengo que hacer unas cosas...

-Pero, y ¿nosotros?

-¿Nosotros?- interrumpió Noel -Disculpame, pero no hay ningun nosotros, tu habías dicho que no querías nada conmigo ¿no?...

-Pero y lo que paso en la tardeada?

-Disculpame, pero eso fué una tontería, yo estaba tomado y no recuerdo bien ni que paso. Además, no estaba en mis cavales, así es que... olvida todo lo que pude haber dicho ese día.

Danaé no aguantó más, y finas lágrimas de cristal brotaron de sus ojos.

-No es posible!... No es cierto!

-Mira, solo quiero que quede claro que entre tu y yo, no hay nada, no quiero que me vuelvas a molestar con eso, estoy en mi último grado y no quiero tener distracciones que no me dejarán nada bueno. Sólo dime si me seguiras ayudando a conquistar a tu amiga...

Antes que terminara, el dolor que sentía Danaé en esos instantes, se volvió un odio infinito y le soltó tremenda cachetada a Noel, callandole las palabras, y dejandole en claro, que en efecto, ahí no había nada.

Noel volteó y con un gesto de sonrisa en la cara fijó su mirada en Danaé, mostrandole lo que en realidad era, un malnacido sin corazón, y la dejó ahí, con sus trizas de corazón, con el llanto en la garganta, masticando su dolor, demostrandole que en realidad, todo había sido un sueño... y ya había llegado a su fín.

martes, 2 de febrero de 2010

Obsequio del destino

El sol estaba por ocultarse, la noche casi se asomaba y yo regresaba del trabajo a casa, esperaba el autobus en un paradero. El día no había sido fácil, de zapatillas y de pié todo el día tenía que ofrecer el nuevo refresco que la compañía acababa de sacar al mercado. Con sonrisa automatica plasmada en toda la jornada del trabajo, era ya casi dificil mantenerla aún después. Pero la vida me trataba bien, así es que no era justo deshacerme de ese gesto de felicidad.


Por fín el autobus que pasaba por mi casa llegó, estire el brazo para hacerle la parada, y subí a él. Siempre he preferido el final del autobus para viajar, no sé por qué... quizá porque desde ahí se puede ver todo el autobus, sobre todo quien sube y quien baja de él. De más esta decir que efectivamente, me dirigí hasta el último asiento ignorando al par de personas que venían sentadas en todo el autobus. Sin embargo justo al llegar al final, me topé de frente con una mirada profunda de ojos color de miel que timidamente voltearon a verme... Tomé mi asiento al lado de ese joven que aunque humilde se imponía atractivo ante mí.


Para tener algo que hacer, saqué mi celular del bolso, pero la poca destreza en mis manos provocó que éste cayera, yendo a dar justo a los pies del personaje antes mencionado. Inmediatamente él reaccionó levantando el aparato y devolviendomelo con una fugaz sonrisa...


El autobus llegó a mi destino, y dispuse a bajarme, sin antes obsequiarle una mirada pícara a aquel joven tan enigmático, que discretamente correspondió.


El siguiente día no era diferente a los demás, mi trabajo era el mismo, en el mismo lugar -por ahora- ya que cambiaba cada mes. Terminando mi horario, volví al mismo lugar para dirigirme a casa, espere al autobus con la misma ruta que me llevaría hasta allí. Lo ví acercarse y volví a subir en él. volví a caminar hasta el final, y el destino me regalo un hermoso detalle; pues al llegar al final volví a encontrar ahí a esos ojos color miel, que me recibieron ahora con una sonrisa más profunda. El camino a casa transcurrió del mismo modo que el día anterior, con silencios, pero entre miradas perdidas y sonrisas a discreción.


Al día siguiente, salí un poco más tarde. Pero era inminente pensar si aquellos ojos me acompañarian de nuevo camino a casa. Era casi improbable, ya que era casi una hora más tarde que las otras dos veces. Pero sería magnífico volverlo a ver. Cuando el autobus se detuvo, no pude más que soltar una risa al ver en la última ventanilla a esos ojos que me veían desde arriba con la sonrisa más magnifica que nunca había conocido. Subí impaciente, y me volví a sentar a su lado como ignorando la situación pero con el corazón brincando como conejo. Pero él tampoco lo había ignorado...


-Ya es tarde verdad?


Volteé a verlo y afirmé con la cabeza... -Bastante tarde...- Continúe.


Empezamos a hablar de no sé que cosas... Su trabajo... el mío, el camino... No recuerdo bien... Lo único que nunca se me olvidará serán sus hermosos ojos, su boca pequeña de finos labios, y ese color canela-bronceado en su piel. Los proximos días sobra decir que nos volvimos a encontrar, no sé cómo, no se por qué, pero nos volvimos a ver, volvimos a platicar, nos volvimos a mirar... hasta que él se acercó más de lo normal y me dijo -¿Te había dicho que eres muy hermosa?- . Mi risa no se hizo esperar y enseguida le conteste que no me dijera esas cosas, por que me las podría creer. Él tranquilamente me respondió la sonrisa, se acercó -aún más a mi- y dandome un tímido pero tierno beso me dijo: -Para mí eres muy hermosa.


Mi ser no podía creer lo que acababa de sentir, y no acababa de asimilar la acción, y no me quedó más, que ser amable y corresponderle el beso... Otros tantos días transcurrieron, no tengo idea de cuantos, pero fueron pocos, muy pocos... Nos veíamos en el autobus, nos platicabamos nuestro día, nos reconfortabamos el cansancio, nos besabamos...


No recuerdo que haya habido un TE AMO, o un TE PROMETO, o menos un POR SIEMPRE... Solo nos dabamos el uno al otro sin condiciones en ese instante que la vida nos regalaba.


Un día sin previo aviso, mi superior decidió que tenía que cambiar de lugar. Eso sucedía cada mes, debía cambiar de zona, yo ya lo sabía... él también. No hubo una despedida, ni un adios, desde aquel día no lo volví a ver, no recuerdo su nombre, no obtuve ni un telefono, o una dirección. Sólo guardo en el corazón aquel mágico regalo que el destino un día me obsequió.


miércoles, 23 de diciembre de 2009

La Promesa

Grecia y Ernesto se conocieron hace 20 años, sin proponerselo un buen día coincidieron en la misma sala de chat. Siendo dos adolescentes de 15 años, y siendo tan popular el chat, decidieron ser cibernovios.

Algunos años pasaron y se intercambiaron fotos y miles de mails prometiendose amor eterno. Las circunstancias cambiaron el jueguito de todos los días; ya no era estar mandandose mensajes instantaneos. Cada quien tenía su vida, cada cual en su lugar -a varios cientos de kilometros- entraron a la universidad, tuvieron muchos amigos, varias parejas, muchos amantes. Pero al sentarse al monitor encontraban un alma semejante al otro lado de la línea. Seguían la charla, a veces larga, a veces un simple saludo, la tecnología avanzada los seguía uniendo a pesar del paso de los años.... Había días, meses, incluso años que no supieron el uno del otro. Pero no importó, regresaban a sus charlas, como si nada hubiese pasado, como si el tiempo se hubiese congelado dentro de la ventana de la computadora. Siempre quedando en el mismo trato: Conocerse algún día en persona. Esa era la promesa que siempre quedaba pendiente. Encontrarse para amarse sin restricciones, quiza en una isla desierta, tal vez en la tierra de él, quizá en la de ella... Pero estar juntos algún día.

Ella se casó y tuvo una hermosa hija. Eso no importó y continuaron siendo los mismos novios cariñosos. Pues al estar charlando... ellos mismos eran otros. No había secretos, ni reclamos, solo eran dos personas amandose sin condición. La distancia no era tan significativa comparada con su cariño, pero aún así, no se atrevían a conocerse en persona. Al poco tiempo, él se casó con una bella mujer, y tuvo un hijo igual de hermoso.

El tiempo pasó y un día se volvieron a topar en la red. Ya habían pasado muchas cosas, muchos años, el tiempo había hecho y deshecho a su antojo, y ellos fueron como veletas al viento. Ese día el tiempo se fue tan rapido como agua en las manos, y entre risas y buenos recuerdos hicieron todo el recuento de los años.
Ya no eran unos niños, nisiquiera unos jovenes, ya habían pasado 20 años desde aquella primera vez, y el destino había jugado tanto con ellos, hasta aquella noche. Él por su parte, quedó solo muy pronto, y el trabajo lo llevó hasta la ciudad de México, lugar en donde se encontraba en ese momento. Ella casualmente, por placer visitaba la misma ciudad.

El tiempo los había dejado solos a ambos y los reunío en ese instante.

Cuando supieron la situación, sus corazones temblaron y dudaron... mucho... mucho, pero al final aceptaron. La cita fue en un café, no fue dificil encontrarse pues se conocían detalle a detalle, tal vez solo por camara o foto, pero se conocían a la perfección. La emoción los colmó y solo atinaron a saludarse con un ¡hola!

Era mil veces mejor platicar en persona que por medio de una computadora, quizá no eran la perfección pero eran lo que siempre habían esperado el uno del otro. La promesa se cumplió ahí; estaban ahí los dos.

-Siempre soñe con este momento, y ahora se cumple, no lo puedo creer!
-Realmente yo tampoco lo puedo creer...

Sus manos se buscaron, y pronto, muy pronto, sus labios tambien se encontraron, fundiendose en el beso más calido y hermoso que jamas habían sentido, sus bocas se buscaron como amantes perdidos, como los amantes errantes que habían sido hasta entonces ellos dos.

Un beso era muy poco. Habían esperado mucho tiempo para estar así... él la abrazo tiernamente, y ella se perdió como loca entre sus brazos. Los besos eran como brazas ardientes que quemaban.

No supieron cómo, no supieron cuando... Solo se vieron rendidos sobre una cama, amandose con cuerpo y alma, entregandose el uno al otro como jamas lo habían hecho, de una y mil formas. Mientras ella sobre él bailaba una danza al compas del amor, y él se aferraba a su pecho como naufrago a la barca. Él jugó con sus muslos, haciendola vibrar hasta el último recoveco de su ser, y ella disfruto de todo su ser y su néctar de hombre. Se amaron una y otra vez, y cada vez deseaban más y más. Habían sido muchos los años esperando por ese momento. Y era muy poco todo aquello comparado a las ganas tan intensas de amarse. Entre risas y juegos terminaban y volvían a empezar. Jugando y besandose cada rincón del cuerpo, volvían a jurarse amor eterno.
Eran el complemento perfecto, tal para cual, no había nada que no supiera el uno del otro, ni tampoco había ya nada que los separaba, ni distancias ni terceros. Esa noche se unieron para nunca más volver a estar solos, para nunca jamás volverse a separar, en instantes se hicieron adictos de sus bocas... de sus cuerpos. Fue esa noche, el testigo de que allí cumplieron su Promesa.